Por Roberto Vargas. Secretario General de UTHGRA Viedma.

Comunicado de prensa UTHGRA Seccional Viedma

La situación de pobreza en Argentina ha alcanzado niveles alarmantes, con un aumento del 75,1% en 2024 y un impactante incremento del 222,7% en el último año, según datos proporcionados por la CELAG.

Estas cifras reflejan una realidad desoladora que se manifiesta de manera omnipresente en la sociedad argentina. La pobreza se hace evidente en las calles, hogares, supermercados, fábricas, tiendas, hospitales y escuelas, dejando en claro el sufrimiento y la precariedad en la que vive gran parte de la población.

Bajo el gobierno de Milei, la clase media apenas sobrevive mientras que la clase pobre se convierte en la mayoría, evidenciando la profunda desigualdad y falta de políticas efectivas para combatir la pobreza. Es vergonzoso y desgarrador observar cómo el 63% de los niños y adolescentes argentinos son catalogados como pobres, con un preocupante 16,2% en situación de indigencia, según informes de la UCA.

El estudio realizado por la Universidad Católica Argentina revela unas cifras preocupantes que muestran un deterioro significativo en las condiciones de vida de los jóvenes argentinos. Estas son las tasas más altas registradas desde 2010, evidenciando la falta de medidas contundentes para proteger a las generaciones futuras de la pobreza y la marginalidad.

Asimismo, es desgarrador constatar que más de 5 millones de jubilados y pensionados se encuentran bajo la línea de pobreza, lo que refleja un profundo desamparo hacia aquellos que dedicaron su vida al trabajo y merecen vivir con dignidad en sus años de retiro.

Estas cifras no son simples estadísticas, representan vidas humanas afectadas por la desigualdad, la injusticia y la falta de oportunidades. Es urgente que las autoridades tomen medidas concretas y efectivas para revertir esta lamentable realidad y garantizar un futuro digno y próspero para todos los ciudadanos argentinos. La lucha contra la pobreza debe ser una prioridad absoluta en la agenda política, económica y social del país.

La desgarradora realidad de la pobreza en Argentina es una vergüenza que debe pesar en la conciencia de todos los dirigentes de los últimos 20 años, como mínimo. El alarmante aumento de la pobreza, el nivel inaceptable de indigencia y la precaria situación de los jubilados son consecuencias directas de políticas fallidas, corrupción e inacción por parte de quienes han ocupado roles de liderazgo en nuestro país.

Durante dos décadas, diversos gobiernos han demostrado una incapacidad crónica para abordar eficazmente este flagelo social, permitiendo que millones de argentinos caigan en la pobreza extrema y pierdan toda esperanza de una vida digna. La falta de visión a largo plazo, la negligencia en la distribución equitativa de recursos y la priorización de intereses particulares sobre el bienestar colectivo han contribuido a esta crisis humanitaria.

Es inaceptable que en un país con tantos recursos naturales y potencialidades se haya permitido que la desigualdad se profundice al punto de dejar a la mayoría de la población en condiciones de vulnerabilidad y sufrimiento. Los dirigentes de las últimas dos décadas tienen una responsabilidad ineludible en la generación y perpetuación de esta emergencia social, y deben ser señalados por su omisión, ineficiencia y falta de compromiso con el bienestar de todos los argentinos.

Es imperativo que se asuma la responsabilidad y se tomen acciones concretas para revertir esta situación de urgencia. Los dirigentes actuales y futuros deben aprender de los errores del pasado y trabajar incansablemente para construir un país más justo, inclusivo y próspero para todos sus habitantes. Es hora de dejar atrás la negligencia y la indiferencia, y poner en práctica políticas efectivas que brinden oportunidades reales de desarrollo y prosperidad para cada persona en Argentina.

La reciente situación donde un grupo de legisladores nacionales votó a favor de un aumento para los jubilados, para luego, en actitud inaudita y vergonzante, votar en contra de dicha medida, es un ejemplo de la falta de coherencia y compromiso con el bienestar de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad.

Es inadmisible que quienes ostentan la responsabilidad de representar y velar por los intereses de todos los ciudadanos actúen de manera tan inconsistente y contradictoria. Esta conducta irresponsable demuestra una falta de ética, transparencia y honestidad por parte de esos legisladores radicales, quienes parecen anteponer intereses partidarios o personales por encima del interés público y la justicia social.

Es imperativo recordar a nuestros representantes políticos que su deber fundamental es trabajar en pos del beneficio común, priorizando la protección de los derechos y la dignidad de aquellos que más lo necesitan, como es el caso de los jubilados que han dedicado toda una vida al país y merecen un trato justo y respetuoso.

Esta actitud incoherente y deshonesta socava la confianza en nuestras instituciones democráticas y refleja un profundo desprecio por los principios básicos de solidaridad y equidad que deben guiar la labor legislativa. Es necesario exigir coherencia, responsabilidad y cohesión por parte de nuestros representantes para garantizar un desarrollo justo y equitativo para todos los argentinos.

Llamamos a la reflexión a estos legisladores y les instamos a rectificar su postura, mostrando un verdadero compromiso con la justicia social y el bienestar de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. No podemos tolerar ni permitir que intereses mezquinos se impongan sobre la integridad y el respeto que merecen nuestros jubilados y ciudadanos en general.